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2025-05-27

La Pregunta Lógica no es ¿si China se Convertirá en la Primera Superpotencia?, ¿Sino Cuándo?


Salam Al Rabadi.

          Si consideramos que las guerras arancelarias y de materiales raros entre China y Estados Unidos, o las guerras en Ucrania, Gaza, Líbano, Yemen y Siria, han podido plantear serios interrogantes sobre el equilibrio de poder global.  Pero aquí debemos tener presente, contrariamente a lo que suele ocurrir entre muchas élites académicas, que los cambios en el equilibrio de poder en las relaciones internacionales ya no están sujetos en gran medida a un "juego de suma cero"; por el contrario, se han convertido en un "juego de suma no cero".

     Esto significa que el aumento de la influencia, autoridad y poder de un país no significa necesariamente que otros países perderán completamente su influencia, autoridad y poder. Además, el hecho de que un país sea el más poderoso ya no significa en absoluto que sea el único país que posee o monopoliza el poder y la influencia. 

     Por lo tanto, todas las proposiciones que indican y predicen el declive o el ascenso de las potencias globales siguen sujetas a debate e incertidumbre. Donde no existe ningún método científico que permita hacer predicciones precisas sobre el futuro del sistema global.

      En este contexto, podemos abordar el problemático de intentar comparar el creciente poder de China y la posición decreciente de Estados Unidos. Aquí debemos llamar la atención sobre el hecho de que este declive se debe más al cambio en la naturaleza del sistema global que a la debilidad militar o política de Estados Unidos, o a ambas. Esto es resultado de la inevitabilidad de los profundos cambios y transformaciones que ha experimentado la estructura de la sociedad global.

     Está claro que las relaciones internacionales contemporáneas se basan ahora en un sistema con poder distribuido más que concentrado en una dirección, ya que existen intersecciones y entrelazamientos de intereses e influencias. Pero a pesar de todos estos hechos, no podemos ignorar la dialéctica básica:

¿Cómo es posible que la influencia real del poder estadounidense no durara más de 25 años?

     Además, basándose en conclusiones extrapoladas relacionadas con la caída de los imperios o la realidad actual de la política mundial, está claro que el declive relativo del poder estadounidense continuará independientemente de los intentos de corregirlo. En consecuencia, las preguntas más lógicas pueden centrarse no en si China se convertirá en la primera superpotencia del mundo, sino :

1-   ¿Cuándo sucederá eso? Y ¿China realmente quiere o piensa en asumir la responsabilidad del liderazgo mundial?

2-   Y si China tiene ese deseo, ¿está dispuesta a hacerlo?  ¿Esto sirve a sus intereses estratégicos en el momento actual?

     Según de las repercusiones de las recientes guerras, conflictos y crisis a todos los niveles (político, económico y cultural), es posible abordar los problemáticos de clasificación del sistema global, que están vinculados a los términos unipolaridad o bipolaridad, que han perdido su significado. Parece difícil ver un sistema global controlado por uno o incluso dos polos. Esto se debe a muchos factores cualitativos, ya sean militares, económicos, políticos, culturales, ambientales, tecnológicos, etc., que se han convertido entre los determinantes más importantes de las relaciones internacionales, incluidos, entre otros:

·            No existe un solo país que goce de superioridad en todos los elementos del poder.

·            La era del conocimiento que traspasa fronteras políticas, culturales y de seguridad.

·            Fenómeno del terrorismo en todas sus manifestaciones.

·            La cuestión ambiental y el cambio climático en todos sus aspectos.

·            Las problemáticos demografía y migración.

·            Dilemas de la inteligencia artificial y el progreso científico y tecnológico a todos los niveles.

·            La interconexión y multiplicidad de influencia de muchas fuerzas dentro de la economía global.

·            Cambios radicales en los estándares para medir las capacidades militares y de seguridad.

     Por lo tanto, se puede decir que el mundo de las relaciones internacionales hoy está sujeto a un sistema apolar. Como resultado del patrón inevitable de cambios que han aumentado el alcance de las complejidades asociadas con las cuestiones del terrorismo, el medio ambiente, la tecnología, los medios de comunicación, los materiales raros,, virus reales y electrónicos, etc. Este patrón sustenta el sistema no polar según varias tendencias o caminos, que incluyen:

1-    Muchos flujos se producen fuera del control de los estados y, por tanto, limitan la influencia de las grandes potencias.

2-    Algunos desarrollos sirven a los Países regionales y aumentan su margen de efectividad e independencia.

3-    La existencia de enormes riquezas e influencias sujetas al control de nuevas fuerzas activas, como organizaciones no gubernamentales, corporaciones transnacionales, movimientos políticos, individuos,…etc.

     A la luz de lo anterior,  que actualmente nos encontramos en una era muy alejada de las clasificaciones clásicas asociadas al término polaridad, sin mencionar la dificultad de comprender plenamente las enormes transformaciones estructurales en la estructura de la economía global y la realidad de la política internacional.

     Por tanto, hay que tener en cuenta que aunque el sistema apolar es inevitable, requiere precaución, ya que puede generar más aleatoriedad e inestabilidad. Donde lógicamente, el problemático ahora reside en cómo encontrar el tipo de equilibrios y entendimientos asociados con la configuración del mundo no polar.

     En el contexto de hablar de equilibrios, debemos recordar el hecho de que el sistema de regularidad no surgirá por sí solo ni de forma automática. Incluso si se deja que el sistema apolar funcione según su aleatoriedad o espontaneidad, esto lo hará más complejo y peligroso y, por lo tanto, avanzará hacia más caos y absurdo. En consecuencia, la atención debe dirigirse a los riesgos potenciales, donde un orden mundial apolar complicará la diplomacia política y las alianzas perderán gran parte de su importancia, porque requieren una visión estratégica para enfrentar amenazas y compromisos predecibles.

      Pero, lamentablemente, no se espera que todos estos estándares estén disponibles en un mundo no polar. Sobre esta base, resulta extremadamente difícil predecir escenarios políticos futuros,lo que parece una tarea científica de enormes proporciones, que nos obliga a adoptar y plantear una serie de preguntas sobre la naturaleza de las potencias capaces (en concreto, China) de tomar la iniciativa y asumir la responsabilidad del liderazgo global a la luz de un sistema no polar.


2025-05-23

Logical Question is not Whether China Will Become the First Superpower?But when?

 



Dr. Salam Al Rabadi.


https://russiancouncil.ru/en/blogs/salam_alrabadi-en/logical-question-is-not-whether-china-will-become-the-first-superpower/

          All propositions that indicate and predict the decline or rise of global powers remain subject to debate and uncertainty. There is no scientific method that allows for accurate predictions about the future of the global system. For example, if we consider that that the current tariff war between the United States and China, Rare Materials Wars, or the recent wars in Ukraine, Gaza and Lebanon, Yemen and Syria have raised serious questions about the global balance of power.

But here we must bear in mind, contrary to what is common among many academic elites, that changes in the balance of power at the level of international relations are no longer largely subject to a "zero-sum game"; on the contrary, it has become a "non-zero-sum game". That is, the increase in the influence, authority, and power of one country does not necessarily mean that other countries will completely lose their influence, authority, and power..

Moreover, the fact that one country is the most powerful no longer means at all that it is the only country that possesses or monopolizes power and influence. In this context, we can address the problematic of trying to compare the growing power of China and the declining position of the United States. Here we must draw attention to the fact that this decline is due more to the change in the nature of the global system than to the military or political weakness of the United States, or both. This is a result of the inevitability of the profound changes and transformations that the structure of global society has undergone.

        It is clear that contemporary international relations are now based on a system with power distributed rather than concentrated in one direction, as there are intersections and intertwinings of interests and influences. But despite all these facts, we cannot ignore the basic dialectic:

How is it possible that the real influence of American power did not last more than 25 years?

Moreover, based on extrapolated conclusions related to the fall of empires or the current reality of world politics, it is clear that the relative decline of American power will continue regardless of attempts to correct it. Consequently, the most logical questions may focus not on whether China will become the world's first superpower, but:

·        When will that happen? And does China really want or think about assuming the responsibility of world leadership?

·        And if China has such a desire, is it willing to do so? Does this serve its strategic interests at the current moment?

Based on the repercussions of recent wars, conflicts and crises at all levels (political, economic, and cultural), it is possible to address the problems of classification of the global system, which are linked to the terms unipolarity or bipolarity, which have lost their meaning. It seems difficult to see a global system controlled by one or even two poles. This is due to many qualitative factors, whether military, economic, political, cultural, environmental, technological, etc., which have become among the most important determinants of international relations, including, but not limited to:

      There is no single country that enjoys superiority in all elements of power.

      The era of knowledge that crosses political, cultural and security borders.

      The phenomenon of terrorism in all its manifestations.

      The environmental issue and climate change in all its aspects.

      The problematic demographics and migration.

      Dilemmas of artificial intelligence and scientific and technological progress at all levels.

      The interconnection and multiplicity of influence of many forces within the global economy.

      Radical changes in the standards for measuring military and security capabilities.

    Therefore, it can be said that the world of international relations today is subject to an apolar system. As a result of the inevitable pattern of changes that have increased the scope of complexities associated with the issues of terrorism, environment, technology, media, real, rare materials, and electronic viruses, etc. This pattern supports the non-polar system according to several trends or paths, including:

      Many flows occur outside the control of states and therefore limit the influence of great powers.

      Some developments serve regional countries and increase their margin of effectiveness and independence.

      The existence of enormous wealth and influence subject to the control of new active forces, such as non-governmental organizations, transnational corporations, political movements, individuals,…etc.

     In light of the above, we are currently in an era far removed from the classic classifications associated with the term polarity, not to mention the difficulty of fully understanding the enormous structural transformations in the structure of the global economy and the reality of international politics.

     Therefore, it must be kept in mind that although the apolar system is inevitable, it requires caution, as it may generate more randomness and instability. Where logically, the problematic now lies in how to find the kind of balances and understandings associated with the configuration of the non-polar world.

    In the context of talking about balances, we must remember the fact that the regularity system will not emerge on its own or automatically. Even if the apolar system is left to function according to its randomness or spontaneity, this will make it more complex and dangerous and thus move towards more chaos and absurdity. Consequently, attention must be directed to potential risks, where an apolar world order will complicate political diplomacy and alliances will lose much of their importance, because they require strategic vision to face predictable threats and compromises.

     But unfortunately, not all of these standards are expected to be available in a non-polar world. On this basis, it is extremely difficult to predict future political scenarios, which seems like a scientific task of enormous proportions, which forces us to adopt and raise a series of questions about the nature of the powers capable (in particular, China) of taking the initiative and assuming the responsibility of global leadership in the light of a non-polar system.

 


2024-11-19

Strategy Prospects Chinese Investment in Africa and the West: Political Dilemma and Geostrategic Changes

 


By Dr. Salam Al Rabadi

     The expansion of Chinese transnational corporations influence globally does not deviate from the context of the strategic plans adopted by the Chinese state to secure its vital economic and political sphere. It is clear that the investment strategies of Chinese companies are based on making China a global economic, political and military power.

     Therefore, it can be said that these investment policies inevitably reflect China’s vision of how to achieve long-term political and economic goals. On this basis, it seems that the influence of Chinese investments on the African continent represents a geostrategic change that will upset many global economic and political balances at all levels and in all areas.

      Chinese investments have expanded their scope of work across the continent, and the volume of trade between China and Africa is increasing at a very high rate. Where during the summit of the Forum on China-Africa Cooperation (FOCAC) held in Beijing in September 2024, China pledged to implement about 30 infrastructure projects across the continent and provide financing and support worth about 51$ billion over the 3 years(2025-2028).

     The trade volume between China and Africa currently amounts to approximately 167$ billion (in the first half of 2024), with Chinese exports estimated at 97$ billion, compared to African exports worth 69$ billion. At present, there are more than 10,000 Chinese companies operating across the continent and are active in all sectors (technology, infrastructure, mining, agriculture, rare metals, green energy, etc.) and the number of Chinese citizens in Africa is estimated at about two million people, and they are the largest foreign community inhabiting the continent.

     Consequently, as a result of the growing influence of Chinese investments, it has become clear that there is a Sino-Western competition within Africa, as there are serious geopolitical questions and concerns in the West about the repercussions of these huge investments, which fall within China’s political vision of the state. We can infer this competition by following the West’s attempt to work to counter China’s initiative, called the “Belt and Road” or New Silk Road, especially in its African aspect. 

     Therefore, from the monitoring of this strategic conflict related to these investments, which is based on the principle of transcending traditional political and economic confrontations, it is no longer possible to ignore many of the problematic revolving around the West's attempt to involve issues related to sustainable development in this conflict, especially at the level of issues related to governance, transparency and the fight against corruption, environmental standards, human rights, etc.

     This is through the West directing many accusations and harsh criticisms at Chinese investments for not adhering to and complying with sustainable development standards in Africa. Here the following logical questions can be asked:

         What are the dimensions and repercussions of Western accusations against China that its investments in Africa violate sustainable development and human rights standards?

         Are there now purely political trends in dealing with Chinese investments instead of trends based on how to help promote sustainable development policies in all their dimensions on the African continent?

    Assuming that these investments do not fall outside the realm of competition between China and the West, we must draw attention to the problematic of the political dimension in Western criticism of Chinese investments in terms of their neglect of sustainable development standards on the African continent, especially in failed states. 

     This problematic becomes clearly visible when tracing the emphasis on the adoption of strict environmental standards and commitment to sustainable governance that Western countries are trying to impose on many countries that have investment relationships with China. This is with the aim of trying to limit China's economic and investment capacity and power.

     For example, sustainable development policies that focus on reducing emissions and transitioning to clean energy are being leveraged to limit the expansion of heavy industries in China and developing countries that rely on them for rapid economic growth. While developed countries continue to monopolize advanced clean energy technologies, enhancing their economic and technological control.

     In sum, it seems clear that there is a political and economic exploitation of the concepts of sustainable development as a tool by which to curb the expansion of Chinese influence on the African continent. Unfortunately, developed countries have often used it as a means of pressure to promote their interests and undermine the rapid growth of developing and emerging countries, thereby contributing to slowing the pace of their economic and political rise.

 In light of the above, we should not ignore the strategies of some countries based on using the concepts of governance and transparency to achieve political objectives. This opens the door wide and seriously to raise a dialectic:

How does the West exploit all the concepts of sustainable development at the economic and political level to confront the influence of Chinese global investment, specifically on the African continent?


2021-02-08

“Covid-19”, Estados Unidos y China: La Dialéctica del Pantano Estratégico En Las Relaciones Internacionales

 


Por Dr. Salam Al Rabadi*.

Artículo traducido al español por el Equipo de la SAEEG. 7 febrero de 2021, Argentina.

 

No existe un método científico que permita predicciones precisas sobre el futuro del sistema global, ya que todas las propuestas que indican y predicen el declive o el ascenso de las potencias mundiales siguen estando sujetas al debate y a la incertidumbre. En consecuencia, la crisis de la pandemia “Covid-19” logra volver a plantear interrogantes sobre el equilibrio del poder global, pero aquí debe tenerse en cuenta (contrariamente a lo que es común entre muchas élites académicas) que los cambios a nivel de las relaciones internacionales, ya no están sujetos en gran medida a un juego de suma cero (Juego sin suma no cero).

En otras palabras, un aumento de la influencia y el poder de un país no significan necesariamente que otros países pierdan su influencia. Además, el hecho de que un país sea el más poderoso del mundo, ya no significa que detente el monopolio del poder, ya que se ha vuelto fácil para individuos y grupos acumular y emplear un poder influyente. En este contexto, podemos abordar los intentos de las élites intelectuales y políticas de investigar la problemática de la realidad mundial emergente a la luz de las repercusiones del brote de Covid-19, relacionadas con la comparación dialéctica entre el poder en ascenso de China y la disminución de la posición de los Estados Unidos.

 

Aquí hay que llamar la atención sobre el hecho de que esta disminución se debe al cambio en la naturaleza del orden mundial, más que a la debilidad militar o política de los Estados Unidos (o ambos). A medida que este sistema se ha vuelto no polar, y esto inevitablemente, no sólo es el resultado del creciente poder de otros países y del fracaso de los Estados Unidos (que sigue siendo la mayor comunidad única de poder) para gestionar el sistema global, sino que también es una consecuencia inevitable de esta serie de cambios profundos que han afectado a la estructura de la sociedad global. Por lo tanto, todas las repercusiones de la pandemia “Covid-19” llegaron a confirmar la verdad y el realismo de estos cambios.

 

A la luz de lo anterior, las relaciones internacionales contemporáneas se basan en un patrón de poder distribuido en lugar de concentrado. Por lo tanto, muchas potencias dependen de este patrón para su bienestar económico y estabilidad política. Por lo tanto, estas fuerzas lógicamente no favorecen confrontar y perturbar un régimen que sirve a sus intereses, ya que hay una intersección y entrelazamiento de influencia. En consecuencia, este es un patrón en el que los Estados Unidos siguen desempeñando un papel central que trabaja para reducir los conflictos entre las principales potencias y que, definitivamente, producirá soluciones basadas en ecuaciones distintas de cero.

 

Sin embargo, con todos estos hechos lógicos, no podemos ignorar los signos de interrogación:

 

¿Cómo se estabiliza la verdadera influencia del poder de los Estados Unidos, no estabilizada por más de 20 o 25 años?

 

Y a juzgar por la conclusión basada en la extrapolación de las causas de la caída de los imperios y la realidad de la política global actual, es evidente que la disminución relativa a largo plazo del poder de los Estados Unidos continuará independientemente de los intentos de restaurarla. En consecuencia, la cuestión lógica puede convertirse (al menos en el ámbito de la investigación científica y académica):

 

No si China se convertirá en la primera superpotencia del mundo, sino ¿cuándo?

 

En conclusión, aunque tratemos de no entrar en el enfoque empantanado de investigación de cuestiones estratégicas fundamentales relacionadas con la predicción del futuro de las potencias mundiales, parece que no hay escapatoria para nosotros de sumergirnos en medio de estos pantanos. Estos llevan en cada una de sus profundidades el placer adicional de extrapolar el futuro de las relaciones internacionales. En consecuencia, con respecto a China y en el caso de que trascendamos algunos de los conceptos académicos antes mencionados, el profundo e importante atolladero estratégico académico que debe ser buceado (que muchas élites políticas y académicas evitan de profundizar) es:

 

¿Realmente China quiere (o está pensando) en asumir la responsabilidad de liderar el mundo? y si tiene este deseo, ¿está listo para hacerlo? y ¿sirve eso a sus intereses estratégicos en el momento actual?

 

Este atolladero estratégico, según las repercusiones de la pandemia Covid-19 y los cambios que se están produciendo a nivel de las relaciones internacionales, plantea muchas dialécticas relacionadas con el intento de extrapolar el futuro de la política global y de los principales actores de la misma. En medio de esta realidad,es posible abordar la problemática de la clasificación del sistema global relacionada con los términos unipolar,bipolar o multipolar,etc., que se han vuelto sin sentido.

 

Sobre la base del realismo de los enfoques intelectuales, parece algo difícil ver un sistema global controlado por un polo, o incluso varios polos. Esto se debe a muchos factores cualitativos, ya sean culturales, económicos o políticos, que se han convertido en uno de los determinantes más importantes de las relaciones internacionales:

 

·     No hay un solo Estado que disfrute de superioridad en todos los elementos de poder [1].

 

·  Las repercusiones de la era del conocimiento (cruzando fronteras políticas, culturales y de seguridad).

 ·   El surgimiento del fenómeno del terrorismo en todas sus manifestaciones. 

 

·   Problemas de las cuestiones medioambientales, la demografía y los problemas migratorios.

 

·  El ritmo de los desarrollos científicos y tecnológicos a todos los niveles

 

·   El entrelazamiento de la economía mundial y la multiplicidad de la influencia de muchas fuerzas dentro de ella [2].

 

·  Cambios en los criterios para medir la capacidad militar [3].

 

Por lo tanto, se puede decir que el mundo de las relaciones internacionales está sujeto hoy a un sistema sin polaridad, como resultado del inevitable patrón de cambios que han aumentado las complejidades asociadas con las cuestiones de terrorismo, medio ambiente, tecnología, medios de comunicación, virus (reales y electrónicos) y problemas culturales, etcétera. Este patrón soporta el sistema no polar, de acuerdo con varias direcciones, incluyendo:

 

·     Muchos flujos tienen lugar fuera del control de los Estados y, por lo tanto, limitan la influencia de las principales potencias.

 

·   Algunos acontecimientos sirven a los países regionalmente y aumentan el margen de su eficacia e independencia [4].

 

·        La existencia de una enorme riqueza sujeta a las garras de individuos y nuevas fuerzas activas.

 

A la luz de lo anterior, podemos decir que actualmente estamos en una era alejada de las clasificaciones clásicas asociadas con el término polaridad, sin mencionar la dificultad de entender plenamente estos enormes cambios radicales en las relaciones internacionales (ya sea en términos de la estructura de la economía global o la realidad de la política global). Donde, ha quedado claro que la dinámica del sistema global continúa moviéndose y complicándose.

 

Por lo tanto, debe tenerse en cuenta, incluso si el sistema de no polaridad es inevitable, que merece precaución, ya que puede generar más aleatoriedad y vacío a nivel político mundial. Por lo tanto, aquí es necesario examinar el dilema de cómo encontrar ese tipo de equilibrio en torno a la formación del mundo no polar. Pone esto inevitablemente en tela de juicio el alcance de la posibilidad de un consenso mundial en torno a estos nuevos equilibrios.

 

Aquí, cuando hablamos de equilibrios en las relaciones internacionales, invocamos el hecho de que el patrón de regularidad no surgirá por sí solo. Incluso si se deja funcionar el sistema global (no polar) de acuerdo con su propio enfoque, eso inevitablemente lo hará más complejo y se dirigirá hacia más caos. Esto es lo menos que se puede concluir de la confusión sobre cómo hacer frente a la crisis de la pandemia de Covid-19 y las llamadas guerras de máscaras médicas.

 

En consecuencia, la consideración debe orientarse hacia los riesgos potenciales, ya que el orden mundial (no polar) complicará la diplomacia política y las alianzas perderán gran parte de su importancia, porque requieren una visión estratégica para hacer frente a amenazas y compromisos predecibles.

 

Pero inevitablemente no se espera que todo esto esté disponible en un mundo no polar. Sobre la base de eso, esos riesgos (a pesar de la existencia de muchos problemáticas dialécticas a nivel de las tendencias de la evolución del sistema global, que hacen que predecir escenarios futuros sea una tarea científica desalentadora), requieren plantear interrogantes sobre la naturaleza de las fuerzas capaces de tomar la iniciativa y sumergirse en las profundidades de asumir la responsabilidad de liderar la política global.

 

Notas:

 

[1] El término superpotencia única ya no es apropiado a la luz de la realidad actual de múltiples centros de poder. Por ejemplo, China ha demostrado que Estados Unidos no puede abordar unilateralmente el expediente nuclear de Corea del Norte, y es el que tiene la influencia efectiva en esta cuestión. Además, la capacidad de Estados Unidos para presionar a Irán está en gran medida sujeta a su no conflicto con los intereses estratégicos directos de China y Rusia.

 

[2] Así lo demuestran las circunstancias de las negociaciones en la Organización Mundial del Comercio y la dificultad para llegar a acuerdos en la Ronda de Doha desde 2001.

 

[3] Por ejemplo, los acontecimientos del 11 de septiembre demostraron cómo una pequeña inversión de individuos puede inclinar escalas globales a nivel militar, de seguridad, político e incluso económico. Del mismo modo, la victoria de Hezbolá en la guerra de julio de 2006 (que fue lanzada por el estado de ocupación israelí) demuestra que las armas modernas más avanzadas y caras no pueden ganar guerras, ya que un grupo entrenado de armas ligeras puede demostrar que son capaces de enfrentarse a los ejércitos más grandes y mejor armados.

 

[4] Por ejemplo, países como India y Pakistán (y recientemente Irán) pudieron imponer su entrada en el club nuclear, como un hecho consumado a la comunidad mundial.

 

 

* Doctor en Filosofía en Ciencia Política y en Relaciones Internacionales. Actualmente preparando una segunda tesis doctoral: The Future of Europe and the Challenges of Demography and Migration, Universidad de Santiago de Compostela, España.





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