Por Dr. Salam Al Rabdi
Artículo traducido al
español por el Equipo de la SAEEG, Argentina 2020.
La violencia es uno de los medios
utilizados en la política, independientemente de su legitimidad y su ética
filosófica, y también lejos de la dialéctica de la teoría social de los
contratos o de la naturaleza humana que giran en torno al instinto humano y a
la lucha por la supervivencia. Sobre la base de esto, se puede decir que la
lógica de la relación entre violencia y política plantea muchos problemas, ya
que desde un punto de vista analítico hay una dificultad en la posibilidad de
una separación precisa y clara entre la violencia y la política, y sucede
debido a los antecedentes culturales e ideológicos por los que una acción o
comportamiento puede ser juzgado como caído en la categoría de violencia
política o viceversa. Por ejemplo, la violencia política relacionada con la
resistencia a la ocupación de acuerdo con cierta cultura puede ser un acto legítimo
y legal y, a cambio el mismo acto, puede ser de acuerdo con otra cultura un
acto ilegal, que entra dentro de la categoría de prácticas terroristas.
Vale la pena mencionar en este
contexto la dificultad de definir y enumerar cuestiones y acciones políticas,
económicas, culturales e incluso legales que pueden describirse como violencia
política. Por ejemplo, hasta la actualidad no existe un acuerdo mundial sobre
una definición amplia y clara de la violencia política relacionada con el
terrorismo, y lo mismo se aplica a la definición del delito de agresión emitido
por la Asamblea General de las Naciones Unidas, que todavía lleva consigo
muchas interpretaciones y diligencias.
En este contexto relacionado con
el problema del concepto de violencia política, se pueden plantear muchos
interrogantes, que giran en torno a:
1- ¿Cómo clasificar las sanciones
económicas impuestas por algunos países o emitidas por el Consejo de Seguridad
de la ONU?: ¿Son actos y medios políticos violentos e inhumanos? ¿O son una acción
política soberana legítima?
2- Cómo clasificar las políticas
mediáticas que fomentan e incitan a la violencia?. ¿Estas políticas entran en
la categoría de incitación a la violencia política y apoyo al terrorismo? ¿O
estas políticas entran en la categoría de libertad de expresión?
3- ¿Qué tan difícil es clasificar la
violencia política en términos de su fuente, ya sea que esté emanando de
estados, individuos u organizaciones no gubernamentales, por no hablar de la
dificultad de separar cada uno de ellos?
4- ¿Cómo clasificar la corrupción
como una de las formas más peligrosas de violencia política basada en conceptos
modernos utilizados para abordar la corrupción problemática?
5- ¿Cómo clasificar la violencia
relacionada con la seguridad humana integral, como la violencia ambiental,
sanitaria, tecnológica y biológica, etcétera?
Según este grupo de interrogantes, parece que es urgente
aclarar la idea de que la violencia política no sólo está condicionada a la
asociación con la violencia física o la violencia concreta, puede haber
violencia económica y cultural más grave e influyente en todos los niveles
políticos. Además, lo que complica las cosas a nivel filosófico y realista es
que la mayoría de las teorías políticas que basan su análisis en la suposición
de que el Estado como institución política (que posee la legitimidad de la
violencia dentro y fuera de sus fronteras) es el actor principal en la escena
mundial, ha sido categóricamente anulado con la creciente influencia de
individuos, ONG, corporaciones transnacionales, etcétera. Además, los criterios
de poder en sí han cambiado y ya no se miden sólo por el alcance de la
capacidad de utilizar la violencia legítima representada por el poder político,
y ya no se limitan a la forma tradicional asociada a la clásica potencia
económica o el poder militar convencional.
En consecuencia, y sobre la base del desarrollo en la
naturaleza de las cuestiones humanas contemporáneas, se debe trabajar para
crear una nueva visión política crítica para todo lo relacionado con los criterios
para entender la violencia política en todas sus formas. En este sentido,
estamos obligados como resultado de los dilemas éticos asociados con muchas
cuestiones (como las cuestiones del cambio climático y el medio ambiente y todo
lo relacionado con la revolución biotecnológica y la manipulación de genes, así
como las implicaciones de la inteligencia artificial, etc.) a reconsiderar
muchos conceptos, especialmente con la presencia de nuevos términos
relacionados con la violencia política contemporánea, como la violencia
ambiental, violencia tecnológica, violencia biológica, sesgo algorítmico y
violencia de salud, etc.
Tal vez una de las pruebas más brillantes de la importancia de encontrar una nueva visión crítica del concepto de violencia política son los acontecimientos acelerados a nivel de la seguridad sanitaria mundial, resultantes de las repercusiones de la propagación de la pandemia de Covid-19, que fueron acompañados por muchas manifestaciones violentas e inusuales en la política global que están relacionadas con cuestiones de salud, como el intercambio de acusaciones sobre las causas de la pandemia o las guerras de máscaras,..etc., que confirman el alcance de los nuevos cambios en el concepto y las normas de violencia política.
A la luz de lo anterior, podemos decir que, a pesar de la existencia de muchas iniciativas que tratan de desarrollar una visión crítica lógica sobre cómo abordar el concepto de violencia política, lamentablemente continúa siendo el tradicional, y se caracteriza por su incapacidad para crear un nuevo marco intelectual capaz de entender los fenómenos y prácticas emergentes, que están relacionados con la filosofía de la violencia política. Además ignora la mayor parte de la problemática y dialéctica antes mencionadas, ya que parece estar todavía centrada en una visión clásica de la era de la modernidad, que ya ha sido superada.
Actualmente estamos en la era del Posmodernismo,la Postverdad y el Posthumanismo que ha dejado caer todos los axiomas y postulados, la era de la metodología del escepticismo y la atomización de lo que necesitamos, a pesar de todas las problemáticas controvertidas en esa metodología.