Dr. Salam Al Rabadi: Author And
Researcher In International Relations.
En consecuencia, a pesar de las
complejidades a las que se enfrenta el desarrollo de la ciencia, la teoría del
escepticismo seguirá estando sujeta a rotación y, sobre la base de ello, a
nivel de las relaciones internacionales hay una cuestión muy importante sobre
el determinismo científico:
¿Se permite que la ciencia se desarrolle tanto como pueda,
independientemente de las posibles consecuencias que tendrá en las sociedades y
el destino de la humanidad?
Esta realidad plantea muchas
controversias sobre la posibilidad y eficacia de establecer controles éticos a
nivel de la ciencia, ya que parece que el desarrollo de la producción científica
y sus implicaciones y sus complejidades entrelazadas vienen mucho más rápido
que el desarrollo de controles éticos.
Al final, hay que subrayar que la ciencia es sólo una forma de pensamiento desarrollada por el hombre y no es necesariamente la mejor forma, y que sólo es superior a los ojos de los creyentes en el mito del determinismo de la ideología científica. Por ejemplo, la creencia era que la confianza en los modelos matemáticos eliminaría el sesgo humano, pero en la práctica esos algoritmos (modelos) comenzaron a ejercer sus propios sesgos con respecto a cómo funcionan, hasta el punto de que el concepto de Justicia Algorítmica comenzó a circular y a exigir la Destrucción de las Armas de las Matemáticas. Y esto confirma que la era científica asociada con la tecnología no está garantizada para producir resultados positivos cuando la humanidad está pasando por momentos difíciles.
Este determinismo científico plantea muchas preguntas… ¿Está la ciencia jugando actualmente el papel de la religión en la sociedad moderna? En consecuencia, ¿hay necesidad de un proceso de separación entre la ciencia y el Estado (es decir, la política), como fue el proceso de separar la religión y el Estado o la política?
La respuesta lógica a estas preguntas puede estar en la pregunta del inicio sobre si existe la posibilidad de trazar límites máximos del progreso científico antes de pensar en separarlo de la política.
En resumen, si el siglo XXI ha reconsiderado las certezas en todo lo relacionado con el hombre y la política, y si es el laicismo trató de ser una alternativa a la ética de las religiones, ¿será el desarrollo de la ciencia (que no se puede detener) factor decisivo e inesperado, que colocará a las relaciones internacionales en el siglo XXI frente a nuevos patrones, a los que no será fácil encontrar un enfoque teórico y práctico?