Dr. Salam Al Rabadi
Todos los países del mundo árabe se
enfrentan a dilemas cognitivos complejos en el nivel de formación de capital de
conocimientos. A pesar de los notables avances logrados en términos de
indicadores de difusión de conocimientos en las sociedades árabes, no se deben
ignorar muchos hechos que requieren una lectura cuidadosa y reflexiva de sus
implicaciones.
Según el Informe Económico Árabe (publicado por el
Fondo Monetario Árabe en 2022), la tasa de analfabetismo
en el mundo árabe es de alrededor del 25%, lo que se considera la
más alta del mundo (con la excepción de África subsahariana, que ronda el 34%), ya que hay
aproximadamente 70 millones de árabes
analfabetos y hay aproximadamente 15 millones de niños fuera de
cualquier sistema educativo.
Si queremos definir con mayor precisión la realidad
del capital intelectual árabe y no conformarnos sólo con indicadores
cuantitativos, debemos llamar aquí la atención sobre los dilemas asociados a
cada uno de los siguientes aspectos:
•
La
abundancia de especializaciones versus la escasez de otras especializaciones
(especialmente las científicas).
•
La
viabilidad real del fenómeno de la difusión de la existencia de universidades
como sucursales de instituciones educativas extranjeras.
En consecuencia, podemos plantear los
problematics relacionados con las estrategias educativas capaces de seguir el
ritmo de las exigencias de la economía y la sociedad del conocimiento, de
acuerdo con el siguiente dilema:
¿Son
las políticas y la metodología educativas en el mundo árabe capaces de crear
una masa crítica de capital de conocimiento que pueda satisfacer las
necesidades intelectuales y culturales de la sociedad o las necesidades
económicas de los mercados laborales?
A pesar de todos los esfuerzos realizados para
avanzar en este camino, y en lugar de limitarse a mejorar los indicadores
cuantitativos, parece que aún estamos lejos de alcanzar los estándares globales
para formar una masa crítica de capital de conocimiento cualitativo.
Actualmente existen profundas dudas sobre la capacidad de crear espacios
dinámicos, innovadores y críticos a través de los cuales podamos formar esa
masa crítica para enfrentar los dilemas económicos y sociales acumulados,
incluidas las insolubles crisis políticas e intelectuales en el mundo árabe.
Por lo tanto, en principio, hay que reconocer que
no es posible formar un capital de conocimiento sólido y sólido sin una visión
clara de la identidad del ciudadano árabe cuyo conocimiento se pretende formar.
Aquí surge la importancia del papel decisivo de los líderes políticos y las
élites intelectuales, que pueden desempeñar en la reestructuración de todos los
conceptos, estrategias y prácticas relacionadas con el proceso de producción y
formación de la masa crítica de capital de conocimiento.
En este contexto, para demostrar la
fragilidad de las estrategias árabes de conocimiento y la falta de visión a
nivel político en relación con el desempeño del conocimiento, sólo tenemos que
plantear los siguientes dilemas:
- El reducido
gasto público árabe en investigación científica, que se ha convertido en una
parte esencial del poder blando de los países: según informes de la
Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura
(UNESCO), el gasto total en
investigación científica en el mundo árabe no supera el 0,59% del producto
interior bruto, frente a la media mundial de aproximadamente el 2,3%.
-
La escasez de
apoyo a la producción o la lectura de libros: el mundo árabe produce
menos del 1% de la producción mundial de
libros (aunque el porcentaje de la población árabe es de aproximadamente el 5,5% de la población mundial).
- La mala calidad
de los libros publicados y la limitada base de lectores reales en lengua árabe:
por
desgracia, el ciudadano árabe sólo lee una media de 6 minutos al año, frente a las 200 horas anuales del ciudadano
europeo.
-
El mundo árabe tiene las
tasas más altas de fuga de cerebros y migración de habilidades del mundo: como resultado de un
entorno político e intelectual incapaz de retener o atraer talento e
innovadores, la mayoría de los estudiantes árabes que estudian en el extranjero
no regresan a sus países de origen (especialmente aquellos con doctorados).
En conclusión, estos dilemas confirman
inevitablemente la urgente necesidad de aumentar la inversión en capital de
conocimiento relacionado con la investigación científica. Aquí también debemos
darnos cuenta del peligro de convencernos de la viabilidad de políticas
públicas relacionadas con la importación de conocimiento y tecnología con
dinero, sin la existencia de un entorno político favorable basado
fundamentalmente en:
- Localizar el pensamiento racional y crítico.
- Factores que generen creatividad e innovación.
En consecuencia, las visiones políticas
seguirán siendo fundamentalmente capaces de crear un entorno propicio para la
formación y consolidación de una masa crítica cualitativa de capital de
conocimiento real, que en principio debe basarse en:
1. La filosofía de la ciencia y el contrato social que
sustente el Estado de derecho y el respeto a la diversidad.
2. La modernización política, cultural y económica.
A la luz de lo anterior, y lejos de la
afición de los vencidos a imitar al vencedor, es necesario destacar que no
podemos lograr ningún avance cualitativo a nivel de cómo formar esa masa
crítica sin una estrategia política seria que nos permita involucrarnos e
invertir en ese sistema de capital de conocimiento que sea capaz de absorber
nuestro presente y futuro con una comprensión racional y crítica, y a través
del cual podamos superar la dependencia cognitiva, ya sea tecnológica,
económica, política, cultural o incluso recreativa y deportiva.